Dionisio Gonzalez

La exposición Non-Plan de Dionisio González (Gijón, 1965), producida al completo para XIV edición de la Bienal Internacional de Fotografía de Córdoba, se estructura a través de sus últimas dos series: Inter-Acciones (2013, 2014) y Trans-Acciones (2014, 2015), dos proyectos paralelos -el último de ellos inédito- que pretenden hacernos reflexionar desde posiciones utópicas sobre la relación actual que mantiene el hombre con su entorno.

De algún modo, estas sugerentes imágenes deslocalizadas, pueden relacionarse con el optimismo renovador que se vivió en la arquitectura mundial entre 1950 y 1970, una corriente idealista que buscaba alternativas novedosas al fenómeno de urbanización desaforada que se estaba desarrollando por entonces. Este movimiento experimental basado en propuestas sensibles con el medio, se oponía al pragmatisco que caracterizaba los modelos precedentes, dando cabida a otras opciones más flexibles y abiertas que huían de los estereotipos e inventaban realidades imposibles que generaban sus propias reglas, más pendientes de las posibilidades de articular ideas y provocar debate que de construir viviendas. En este sentido, el manifiesto más radical de esta época fue el que redactaron Paul Barker, Peter Hall, Reyner Banham y Cedric Price. Su texto invitaba a rebelarse contra las normas modernas de ordenamiento urbano, una declaración de intenciones que denominaron Non-Plan: An Experiment in Freedom (1969) en la que se inspira el título esta muestra. Frente a las imposiciones cerradas de un tipo de arquitectura excesivamente programada, ellos abogaban por la libertad absoluta confiando en los ajustes espontáneos del sistema.

La incertidumbre calculada conlleva una arquitectura de la anticipación que mira hacia delante y establece conexiones con el futuro. Sin ataduras ni condicionantes impuestos, las edificaciones que conforman Inter-Acciones y Trans-Acciones apelan a la imaginación como un refugio de libertad, dando rienda a formas aparentemente fantasiosas que, desprendidas de los prejuicios de la ortodoxia, responden a soluciones razonables de habitabilidad. Lejos de la arquitectura del espectáculo que tiende a la grandilocuencia o la meramente funcional que está pensada con una finalidad eficiente, estas construcciones orgánicas que nos plantea aquí González aspiran a comprender el lugar que la genera para adaptarse a él.

Para conocer en profundidad estos trabajos últimos que componen Non-Plan, es pertinente indagar en su origen, un germen que podemos hallar en una serie de pequeño formato desarrollada en 2001 y titulada Inter-Acciones, curiosamente el primer conjunto donde aparecerán los característicos injertos arquitectónicos de Dionisio González. Después de trabajar durante una década con grandes tamaños, retoma de nuevo este conjunto de manera sustancialmente distinta. Las estructuras inacabadas de antes se han convertido ahora en misteriosas moradas en mitad de ninguna parte o asombrosos miradores ubicados en sitios tan dispares como una marisma, un bosque, un camino e incluso un pantano. Cada uno de estos artefactos residenciales posee personalidad propia y establece una relación extraña con el entorno que lo acoge. Ante ellos, da la sensación de que nos encontramos en un porvenir indeterminado contemplando con atenta curiosidad habitáculos inesperados que acabamos de descubrir y no sabemos bien qué función cumplen. Como se presentan aislados y lejos del ámbito de la ciudad, no encontramos referencias exactas para entender su sentido.

Tras trabajar en profundidad en estos refugios campestres, poco a poco su concepto ha ido evolucionando hasta alcanzar resultados cada más utópicos. Para cerrar el círculo, el artista completa esta secuencia explorando las posibilidades del color. Si las imágenes de Inter-Acciones se centran en la sugerencia de las formas, tienden a la intimidad y poseen algo cálido relacionado con la factura del dibujo a grafito, Trans-Acciones basa mucha de su fuerza en el impacto cromático. Aunque el conjunto posee características similares, la sensación final resulta sorprendentemente más realista. Un hecho fundamental que vincula ambas series es que todas las edificaciones que encontramos en las fotografías se apoyan sobre el suelo con los mínimos elementos posibles, una decisión intencionada que responde a una lógica constructiva pero también simbólica: participar del lugar sin adulterar el paisaje.

Sema D’Acosta, comisario de la exposición

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Sema D’Acosta,
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Fuente: bienaldefotografia.cordoba.es